El descenso de los precios aún es muy insuficiente (la inflación subyacente, de carácter más estructural todavía registra una variación anual del 7,5%) y continúa mermando el poder adquisitivo de las familias. Así, en tan solo dos años, los salarios se han reducido en 7,2 puntos porcentuales, en términos reales.